miércoles, 16 de diciembre de 2015

Lectura navideña



  Les presento un libro singular. Una obra que me confirma, una vez más, en mis ideas sobre la estupidez de los seres humanos que dicen dominar el mundo y ser el centro de todas las cosas, modestia aparte. Una obra que es apropiada a los tiempos navideños, aunque su relación con ellos sea tangencial, pero sirve para desmitificar el buen rollito idealista que tenemos que sufrir estas fechas por obligación.
 Aparte de ser divertida y amena, el tema es fascinante: la biografía de la ciudad más amada, deseada y también odiada de la historia. Desde sus oscuros orígenes de fortaleza cananea perdida en los mapas a su presente de capital religiosa de media humanidad y, por tanto, nido de toda clase de conflictos. 
El autor, un periodista inglés de familia sefardita, conocido por sus libros de temática histórica, no se puede decir que sea un historiador metódico. Además centra el 40% de su obra en la historia de la ciudad durante el siglo XX (aunque también es su época más movida desde las cruzadas). También prima la anécdota sobre la profundidad, pero sabe manejar la pluma para contarnos la evolución de la capital de los judíos, cristianos y musulmanes con sana ironía británica. Siempre juntos dentro de sus muros, pero nunca revueltos.
 Los judíos centrados en su Kotel o muro. Los cristianos en la Iglesia del Santo Sepulcro y los musulmanes en la Explanada de las Mezquitas. El resto es paisaje, que a veces se llena de invasores, casi siempre con menor cabreo que los habitantes de la ciudad santa. Exceptuando los cruzados y los mongoles, que no dejaron cuerpo con cabeza, los primeros en alabanza a Dios y los segundos por costumbre.

 Las descripciones de las malas relaciones de sus habitantes desde hace siglos son descarnadas. Como la mala leche que, dentro de cada comunidad, tenían las diferentes sectas o bandos, incluso cuando solo estaba habitada por judíos. La ciudad santa nunca lo fue gracias a sus habitantes.
 Como ejemplo, es tragicómica la narración, repetida cada dos por tres con pequeñas variantes, de las peleas continuas en la Edad Media (y actual) de los monjes católicos, ortodoxos y armenios por una capilla, o solo unos metros de baldosa, de la iglesia del Santo Sepulcro. A palos, cuchilladas y lo que hiciera falta. Sin olvidar los pocos y pobres monjes coptos, que son el desahogo de los demás y reciben las mayores palizas, junto a los monjes etíopes que viven en el tejado de la iglesia (sí, les ha tocado allí). A estas fechas están ganando los ortodoxos, que controlan la mayor parte. Pero el partido sigue y se presume tan emocionante como en los últimos diez siglos.
Lo más surrealista es que el portero de la iglesia es siempre musulmán, porque no se fían de un cristiano. Por cierto, el puesto de portero lo ocupa la misma familia árabe desde tiempos de Saladino. Porque el pasado y el presente se mezclan en las gentes de Jerusalén. 
  Los musulmanes tampoco son mancos en zurrarse y dar caña a los demás, y los judíos ya no digamos, que son los que marcan el precedente desde el Rey David. 
 La religiosidad de la ciudad es tan intrincada y alambicada que, hoy en día, curiosamente, el mayor apoyo que tienen los judíos ultraortodoxos sección "queremos reconstruir el Templo y derribar las mezquitas de los jodidos musulmanes que ocupan el santo monte" son los evangélicos americanos ultracristianos, porque creen con devoción que, si se reconstruye el Templo, los judíos se volverán cristianos y por fin llegará la segunda venida de Cristo. Muy lógico.

 Por el libro pasan personajes tan fascinantes como Salomón, Ciro, Herodes el Grande, Cristo, el califa Al Hakim, Saladino, Solimán... y hasta Napoleón. Todos han tenido que ver de algún modo con la historia de la ciudad, que hoy en día sigue dividida por muros invisibles de confesiones y creencias, juntas a su pesar, pero no revueltas, como siempre ha sido, y todas capaces de matarse por un trozo de piedra. Porque, en Jerusalén, hasta el más pequeño guijarro puede tener una historia de santidad a sus espaldas.  Y si no la tiene, se inventa.

Lectura muy recomendable para comprender la psique humana.