martes, 25 de noviembre de 2014

El queso y los gusanos: el cosmos según un molinero del siglo XVI



 He aquí un libro singular que he leído los últimos días y que me afianza en mi teoría de que la humanidad necesita ser regida por felinos inteligentes como yo.
 En esta obra, Ginzburg hace una descripción minuciosa del proceso inquisitorial, más bien dos procesos separados por 15 años, que sufrió un molinero de la comarca de Friuli, al noreste de Italia, a finales del siglo XVI.
Nos presenta un hombre de escasa cultura, debido a su nacimiento en un pueblo rural, pero de agudo intelecto y que se define a sí mismo como "filósofo, astrólogo y profeta". Un molinero que sabe escribir y leer, que ha viajado a Venecia y comprado libros allí, que no sabe latín, pero ha leído la biblia traducida y otros libros tan diversos como el Decamerón, la Divina Comedia, el Corán y el Florilegio de la Biblia. Un hombre solitario por sus ideas, pero querido por su comunidad, siempre dispuesto a echar una mano, pero también a polemizar con cualquiera sobre lo que no se debe polemizar, que a la edad de cincuenta años, en 1584, es denunciado a la Inquisición por el párroco de su pueblo, acusado de hereje y, lo peor para él, por levantar dudas en otros sobre el dogma de la Iglesia. Se llamaba Domenico Scandella, pero todos le llamaban Menocchio.
 Ante sus asombrados jueces, Menocchio, vestido con su traje blanco de molinero, disertará sobre las creencias que ha ido construyendo a lo largo de su vida, sin miedo al castigo, como ilusionado de encontrarse por primera vez con gente culta, como siempre había deseado, una gente con la que poder discutir. Desgraciadamente, pronto descubrirá que unos inquisidores no resultan ser los mejores contertulios.
Sobre todo si les dices que el universo se originó de una materia informe, como un queso, y de él salieron Dios y los ángeles, como si fueran gusanos. Nada surge de la nada, dice Menocchio, que resulta ser un materialista, así que Dios tuvo que crear el mundo de algo que ya existía: el famoso queso cósmico, que hace las funciones de caos primigenio. Luego se embala, ajeno al peligro: Jesucristo fue un hombre, nada más, la Trinidad no existe, es un invento de "curas y frailes", como los Evangelios, que son otro cuento; el alma muere con el cuerpo, es la conclusión más racional, aunque para pasmo de los inquisidores luego afirmó que hay paraíso (¿por miedo?); la Virgen, bueno, de virgen tenía poco, es absurdo pensar que se puede ser virgen después de parir; los musulmanes, cristianos y judíos vienen a ser lo mismo, cada uno tiene las costumbres de su pueblo y todas son válidas porque Dios es uno para todos; estamos hechos de los cuatro elementos de los antiguos griegos, pero el fuego es el principal (Menocchio es un seguidor de Heráclito aunque seguramente no conozca al filósofo griego) ...
 No es de extrañar que lo condenarán a pasar la vida en la cárcel. Comparar a Dios con un gusano era para poner a los inquisidores echando fuego. Si no le condenaron a muerte fue porque quizá les pareció un loco fantasioso.
 Pero dos años después consigue salir, por buena conducta y diligencias de su hijo mayor.
 Desgraciadamente, quince años después vuelve a ser detenido. Todo había cambiado para el viejo molinero: su mujer había muerto, su hijo mayor también, el resto de hijos lo tomaba por loco y apenas trataban con él, mucha gente lo evitaba por haber estado en prisión, se ganaba la vida tocando la guitarra en las fiestas... pero seguía pensando lo mismo, no se había rendido. 
 Esta vez apenas le preguntaron, fue directamente llevado a tortura para saber si conocía a más que pensaban como él, pero no delató a nadie, siempre afirmó que eran sus fantasías. Solo nombró a su señor feudal, con quien había hablado hacía tiempo de esas cosas. Los inquisidores ya no preguntaron más para no meterse en líos con la nobleza. Si Menocchio lo hizo aposta, le salió bien. Le dejaron en paz, pero en prisión.
Desgraciadamente, era un prolapso, un reincidente y no había más destino que la ejecución. Aunque el inquisidor que llevó el proceso sintió clemencia por un reo tan singular y escribió a la Santa Sede sobre el posible perdón, la contestación fue clara: según la documentación era un ateo, que es peor que ser hereje, incluso se menciona que el mismo Papa se había fijado en el asunto. Así que la justicia debía seguir el proceso. Por aquellas fechas se estaba juzgando a Giordano Bruno, y tal como dice Ginzburg, se daba ejemplo a las clases altas con Giordano y a las bajas con Menocchio.
El pobre molinero y tocador de guitarra fue ejecutado. Tenía 67 años.
 Ginzburg hace un estudio pormenorizado de las creencias de Menocchio gracias al proceso inquisitorial. Concluye que son la muestra de un sustrato de creencias rurales muy antiguo, materialista y práctico, ajeno a dogmas y teologías, y por tanto contrario al modelo de los poderes establecidos. En el caso de Menocchio, los  mezcla con invenciones de su cosecha, sacadas de sus lecturas y curiosidad por el mundo, creando una cosmogonía singular y a ratos disparatada. Una curiosidad unida a una locuacidad que lo llevaron a la muerte. Porque, para desgracia del extrovertido Menocchio, no nació en una época y en un lugar que aceptase las fantasías librepensadoras... ni en los molineros.
 Lean este libro, considerado ya un clásico de la historia. Viajen con Ginzburg por la comarca de Friuli, la mente de Menocchio y el asombro de sus inquisidores.
 Aclara muchas cosas sobre la condición humana.