martes, 4 de febrero de 2014

La saga de Tschai




 En estos días de invierno, donde ha llovido todos los días del mes de Enero sobre Galicia, en un claro intento del clima por afianzar sus tópicos, se me ha ocurrido recordar viejos clásicos de la literatura de Ciencia-Ficción. Pero no los grandes clásicos conocidos por el lector general, sino los que podíamos llamar latentes: grandes obras, poco pretenciosas en origen, que se han conservado en el imaginario de sus lectores y se han convertido poco a poco, con el paso de las décadas, en clásicos de primer orden, recomendados pese a su sencillez o falta de trascendencia en un principio.
Un ejemplo claro es el Ciclo de Tschai de Jack Vance.
De Vance hay textos y obras de referencia de sobra, así que solo me centraré en este ciclo, escrito a finales de los sesenta y principios de los setenta, cuando nació el tarambana de mi amo.
Como pequeña sipnosis, decir que Tschai es un planeta al que va a parar un explorador espacial, Adam Reith, ejemplo de héroe americano capaz de resolver cualquier entuerto. En el planeta viven cuatro razas alienígenas a cada una de las cuales el autor dedica un libro. Pero, para sorpresa de Adam, también hay seres humanos.
A lo largo de las cuatro obras del ciclo, Adam irá conociendo a esas cuatro razas y a los humanos que viven en el planeta, ya sea como seguidores o esclavos de alguna de esas razas o como pueblos libres. Hará amigos y enemigos, será hecho prisionero y liberará pueblos de la esclavitud, cruzará estepas, oceános y desiertos, viajará por las profundidades cavernosas del planeta y por su cielo, tendrá amoríos y batallas, conocerá civilizaciones únicas y costumbres absurdas... no busquen filosofía, es pura aventura y acción, pero es también pura maravilla de principio a fin.
El estilo de Vance es sencillo y claro, poco amante de florituras, propio de la novela de aventuras, pero no es nada burdo. Describe en una página lo que, por ejemplo, Martin tarda en siete en su saga de tronos incómodos. Pero lo hace con el mismo poder evocador. Un estilo conciso que no necesita más palabras que las que emplea para meter al lector en un escenario de aventuras bien enlazadas y de un ritmo trepidante. No es space opera al uso, es un estilo único difícil de encuadrar, que le da una singularidad especial.
Desde luego, no es una lectura trascendente, pero tiene lo que cualquier lector busca en una obra de aventura y pocas consiguen, ya sean de piratas, monstruos o de naves espaciales: es muy entretenida y engancha. 
 Acompañas sin aburrirte a Adam y el par de amigos dispares que se hace (un joven de las estepas y un fugitivo hombre-dirdir) en su deambular de aventura en aventura, mientras buscan una nave para salir del planeta y se encuentran con una variada clase de personajes secundarios, la mayoría hostiles o de poco fiar, pero todos interesantes y curiosos.
Les aconsejo esta saga felinamente. Las portadas de arriba son de la edición española de los años ochenta, muy difícil de conseguir hoy en día y no ha habido reediciones. Pero en la red es fácil encontrar la saga completa para su descarga. Una obra que es una buen camino para empezar a conocer a este escritor tan singular.
Quizá sea un sentimental, pero no hay lectura mejor que la de un planeta lleno de aventuras, mientras ves como la lluvia golpea la ventana hora tras hora.  

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