viernes, 6 de diciembre de 2013

Ta-ta-ta-chán



Por fin, les anuncio con gozo y mala leche que mi amo ha publicado su novela en formato digital, usando la plataforma KDP de Amazon. Aquí arriba pueden observar la bonita portada de esta edición, realizada por el artista malacitano José Carlos García Bueno. Y aquí se la pueden bajar: enlace guay a novela
El precio de la edición digital es de los que da risa, pero es que mi amo, tonto supino, no le gusta pedir mucho por una edición digital de un libro ya publicado en papel. Aunque esta edición contiene algunos cambios en el texto, correcciones de erratas y lo que mi amo llama “un toque más personal” que la edición impresa no tiene. Suena intrigante.
 Aparte de que la portada, de sugerentes dibujos y animados colores, ha sido realizada por el ilustrador José Carlos García Bueno  ¿lo he dicho ya?, más conocido por Rojocuarzo
Si la cosa va bien, el ilusionado de mi amo piensa publicar más cosas en esa plataforma. Como una recopilación de sus cuentos publicados en Artifex y otra novela de sus personajes locos que ya ha completado. Veremos en qué acaba todo esto.
Yo soy muy escéptico ante estos nuevos métodos de edición “a tu aire” que pululan por la red, aunque es evidente que Amazon tiene su público “kindeliano” ya establecido y devoto, su sistema de publicación ha recibido alabanzas de muchos autores y que, le pese a quien le pese, las ediciones digitales son el futuro de las obras escritas.
En fin, como decía el latinista: alea iacta est. Yo, por mi parte, disfruto de la estufa de gas que se ha situado en el salón y que convierte el invierno en un paisaje lejano. Mi compañera gata, que se ha recuperado fisícamente de su atropello, pero que en el aspecto mental sigue un poco alelada, casi se quema los bigotes por acercarse demasiado a la llama de la estufa; hipnotizada por el calor que desprende y sus colores flambeantes de naranja valenciana. Una pena. Hubiera sido divertido verla arder.

martes, 22 de octubre de 2013

Mi gozo en un pozo



Pasado otro mes, mi amo sigue publicando tonterías. Por mi parte, debo decir que ha sido un mes complicado para un simple felino, y no digamos para mi amo. En primer lugar, la gata cíclope que vive en mi territorio desde hace meses sufrió otro accidente. Esta vez se cayó por el balcón. Dos pisos en caída libre hasta la acera. Juro por mis bigotes que no tengo nada que ver. La pobre, aparte de tuerta, no es muy despierta y como cojea, tampoco es muy estable. Así que aprendió de golpe que no puede andar por el borde de un precipicio con la seguridad de su especie.
Tras dar un maullido corto pero lastimero al tocar tierra, vi desde arriba como salía corriendo por la calle, a saltitos con su pata coja, medio conmocionada por la caída, en busca de un refugio donde recuperarse del susto. Otra vida menos, pensé. Bien, bien... te quedan cinco, nena.
Por supuesto, no avisé a mi amo. Me limité a observar con manifiesta alegría. Ahora el piso volvía a ser todo para mí, la bolsa de croquetas para mí, el atún para mí, el sofá del salón para mí, los mimos todos para mí... Pero durante tres largos días, mi amo y su mujer buscaron e investigaron, primero dentro del piso y luego por los alrededores de la casa, en busca de la accidentada, olvidando las atenciones y mimos que me corresponden y culpándose mutuamente de la teórica desgracia. No fueron días alegres, hasta el atún escaseo de mi plato.
Me lo tomé con paciencia, ya les pasaría el mal trago. Lo importante es que volvía a ser el dueño absoluto de mis dominios. El monarca. Me estiraba al sol con una sonrisa entre los colmillos.
Hasta que el tercer día, la maldita gata resucitó gracias a la aguda vista de mi amo, que vio su blanco pelo destacando entre la hierba del monte vecino. Fue a rescatarla y se dejó coger con evidente gusto. Se había pasado tres días descansando de la caída y malviviendo con su cojera. Pero ahora estaba de nuevo en “su” casa, como proclamó alborozado el idiota de mi amo, mientras la gata vaciaba mi plato de agua y de comida a una velocidad de turbo descontrolado.
Luego me miró con su ojaso sano, como buscando una explicación a su caída, quizá una disculpa, pero yo desvíe la mirada. No tengo nada que ver con su accidente, vuelvo a repetir. Además, lo más estúpido que se puede hacer ante un hecho es preguntar cómo ha podido suceder. Sigamos con nuestras vidas y pelillos a la mar.
  Ahora me sigue mirando cada vez que nos encontramos en el pasillo o en el sofá, como un cíclope al acecho. A veces, me bufa y se abalanza sobre mí, usando su pata coja como un martillo; el otro día me soltó un mordisco en una pata, que me hizo ver varias constelaciones de golpe.
Mi amo, que se ha puesto a leer el San Francisco de Chesterton, piensa sin malicia que se ha vuelto muy juguetona y que somos un ejemplo latente de la unidad divina de la naturaleza. Hasta ha empezado a llamarnos hermanos gatos, que contemplan a la hermana luna entre cálidos mordiscos y arañazos de amistad.
Mi amo es un profundo idiota.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Kindle Power



Dichosos los ojos que me leen, después de tan largo parón veraniego. Pero poco me apetece escribir y largar mis neuras si estoy tumbado en la terraza, mientras el sol me calienta los bigotes. No son momentos para la lírica, sino para el letargo.
 Pero no ha sido un verano de simple contemplación para mi amo. Sigue publicando en el blog ese de cosas antiguas y además se ha propuesto un nuevo reto, que podíamos llamar amazónico, porque ha decidido publicar en el catálogo de Amazon sus obras.  Sí, ya saben, esa empresa que vende de todo por todo el mundo via online, pero que es conocida por sus estupendos lectores electrónicos, los kindle, que oferta a precios baratos para que la gente luego compre sus ebooks... que solo se pueden leer en sus lectores. La gente pica como tonta.
 Mi amo se compró un  kindle este año, el paperwhite, y le ha cambiado la vida. Se acabaron para él las estanterías abarrotadas de libros y la luz encendida hasta las tantas. Todo cabe dentro del aparatito de marras o se guarda en la nube virtual que te dan en la red si lo compras. Se puede decir que en una tablilla de plástico, austera y frágil, cabe el universo ampuloso y soberbio del hombre. Para que luego se las den de especie elegida.
 En fin, que aparte de leer, también se puede publicar, y parece que son gente seria estos amazónicos,  aparte de tener un amplio abanico de lectores. Por lo que mi amo va a publicar la versión digital de su novela en su plataforma kindelera antes de fin de año. Ya está discutiendo la portada con un ilustrador verborreico que le marea a preguntas artísticas, el cual espero le haga una obra que sea mucho más atractiva que esa losa emborronada que les muestro a la derecha.
No será la única obra en la sede amazónica de mi amo. Piensa ir publicando en tal plataforma más cosas a partir del año que viene, desde recopilaciones de cuentos a otra novela loca de las suyas, llena de personajes rayando la subnormalidad. Está ilusionado como un niño con el mundo virtual de las publicaciones.
 Allá él. Luego que no me venga a pedir mimos.
 Respecto a la gata que comparte mi territorio, ya les contaré en próximos comentarios, porque tiene guasa. Déjenme ahora aprovechar los últimos calores del verano, aquí en la terraza, mientras mi amo sigue hipnotizado con la pantallita de su kindle, soñando con libros eléctricos.


lunes, 8 de julio de 2013

Juegos del Pasado




Heme aquí, tumbado al solete de la terraza, distante de la gata de ojaso tenebroso, que prefiere la frescura del sofá del salón. 
 Dulces días de calor salvajemente gatuno, en los cuales mi amo sufré la temperatura propia de la tierra originaria de mi especie, Egipto, con jadeos, sudores y mal humor hilarante. Yo me deleito viendo su sufrimiento y enfado cómico. Pero no quiero hablarles de mis alegrías de gato doméstico.
 Quiero hablarles de un libro recién publicado por dos conocidos de mi amo. Son Carlos Fernández Antón y Javier R. Rodríguez Rodríguez, más conocidos en el friquimundo de la reconstrucción histórica como Cursor y Cantaber. Dos apasionados de la antigüedad que han publicado el libro cuya portada abre este comentario:

Juegos y Pasatiempos de la Antigüedad

 En él, se describe todo lo conocido sobre los juegos de tablero, dados y fichas con que los romanos, griegos y también los apelucados egipcios distraían sus ratos libres.  
  Desde los primeros párrafos te das cuenta de que los autores son de ciencias de toda la vida. Ningún licenciado en letras soltaría semejante lista de estadísticas sobre la probabilidad de las tiradas y demás aleatoriedades de los juegos. Te deja asombrado, pero también un poco asustado; ya que empiezas a temer que el asunto se encamina hacia el aburrido y aséptico mundo de las fórmulas, columnas y barras. Temes que la amenidad que el tema sugiere se hunda en el mundo de la cifras.
Pero no. El libro va explicando poco a poco, las características de cada juego, las fuentes en que aparece, su duración en el tiempo histórico, sus posibles descendientes y, por último, te explica las normas y lo necesario de los movimientos o jugadas clave. Con prolijidad divulgativa, con dibujos y fotos que no aplastan ni sustituyen al necesario texto y con un orden que hace muy sencillo que se pueda volver a consultar el libro en caso de necesidad. Aparte de una sección de notas a pie de página digna de un libro de investigación. Porque lo es.
Por otra parte, cuando notas que algún juego importante no está apenas detallado, descubres que te invitan a que vayas a un enlace, donde el libro continua en un archivo que permite descarga y, además, te ofrece guardar en pdf una buena selección de juegos de tablero antiguos, en perfecto color y con sus fichas recortables.
  Creo que voy a imprimir el Juego de los Reyes de Ur y palizar a mi sudoroso amo hasta provocarle un ataque depresivo. Pero a la gata no me atrevo a retarla, no, no, que su ojaso fijo en mí provocaría mi derrota por intimidación visual. 
En fin, es un libro más que recomendable para poner en práctica las tardes de verano al sol.  No duden en volver al pasado jugando al Senet, Perros y Chacales, Felix Sex, Calculi y demás juegos de hace más de 2000 años. Descubrirán que el juego une siglos y culturas.
 Uf, qué pedante me ha quedado esta última frase. Debe ser el calor.


jueves, 13 de junio de 2013

Ojaso




Ha pasado otro mes y las noticias son más favorables para mí (el resto del mundo me da igual).
 La gata que ahora comparte mi territorio y que mi amo recogió de una muerte segura, llevado por una compasión incomprensible, se ha amoldado a mis gustos y costumbres. Sabe ya quién manda en casa y quién es el dueño y señor del territorio, por eso siempre es ella la que come primero mi atún y galletas, la que primero es cepillada y la que primero recibe mimos. 
 Porque se lo permito yo, que quede constancia. Olviden los falsos rumores sobre dominio femenino.
  Por otra parte, su ojo malo ya no se perderá. No verá muy bien, o más bien no verá nada con él, pero no necesitará parche pirata. Eso sí,  le ha quedado un aspecto de ojo de alien que echa para atrás. Un ojaso macabro. Así que guapa, lo que es guapa, mejor no comentarlo. 
Su pata sigue el proceso de recuperación y por ahora todavía no se puede asegurar que la conservará en su sitio, pero huelo buenos augurios en el horizonte. Para demostrar que le empieza a funcionar, ayer mismo le dio por saltar al balcón del vecino en un salto casi suicida que le salió bien. El problema  fue que luego no se atrevía a volver. Una gata típica.
No puedo negar que me reí con manifiesta malicia y me comporté con abierta indiferencia ante sus situación. Que conste que le tengo cariño, pero a mi manera.  
 Mi amo se desesperó como un suricato en un macizo granítico. Al verla secuestrada por una terraza de 2x2 metros, se le despertó toda la ternura paternal inexistente hasta la fecha. Pensó en llamar al presidente de la comunidad, luego a los bomberos, la Guardia Civil, el tercio de la legión y hasta en convocar una reunión de la troika para planificar el rescate; incluso pensó en saltar él mismo al balcón del vecino, demostrando que tiene tan poco cerebro como la gata. 
 Pero su mujer consiguió apartarlo de una acción que seguro que me haría reír durante días y tuvo la mejor idea de buscar un tablón de madera y ponerlo a modo de puente. 
 Fue lo que al final hizo ella misma y con el resultado esperado: La puñetera gata volvió a casa por la pasarela improvisada.
Ahí está ahora, tumbada el sofá, con su ojaso de alien cabreado mirándome con extraño interés. 
Me empieza a dar un poco de miedo, quizá vea con él más de lo que parece. Quizá vea cosas que los demás no vemos.
 Que conste, otra vez, que la quiero mucho.

jueves, 2 de mayo de 2013

Invadido


Mi amo me ha sorprendido con un hecho insólito que necesita ser registrado para la posteridad:  Ahora tengo una compañera en mi territorio. Una gatita blanca, ciega de un ojo y que encima cojea. Darwin no le daría muchos boletos para la rifa de la vida. Pero, como eslabón defectuoso que soy de la naturaleza,  no puedo evitar dejarla comer de mi plato cuando me mira suplicante. Creo que me he vuelto un poco humano de tanto rozarme con ellos.
 Todo empezó hace cuatro semanas, poco después de escribir aquí. Mi amo y su pareja salían a dar un paseo y yo los observaba desde el balcón, feliz de quedarme solo en mi reino. De pronto, por la carretera mal llamada avenida, pasó una furgoneta a bastante velocidad y un golpe seco, rotundo, acompañado de un alarido casi humano, retumbó en el aire.
 El cuerpo blanco de una gatita voló en perfecta parábola hasta caer cerca de mi amo, en la cuneta. Estaba para el arrastre, con un ojo salido de la órbita, la boca ensagrentada y una pata luxada.
 Yo la dejaría morir. No me pidan piedad, que soy un felino depredador y no nací para la compasión. a joderse, nena, la vida es dura, cúlpale a la selección natural, que es una psicópata.
 Pero el dilema estaba servido en la mente de mi amo. Tuvo un cortocircuito, se quedó petrificado, sudoroso y compungido,  hasta que su pareja le dijo que fuera a buscar una caja o algo para llevar a la gata a un veterinario. Entonces empezó su transformación.
 Lleva casi un mes cuidando a la gatita de marras. La ha paseado por varios veterinarios y fisioterapeutas. Se ha gastado en la salud de ese bicho lo que nunca se gastaría en sí mismo. Por ahora ha conseguido que pueda comer otra vez sola, sin dolor de mandíbula, y que su ojo no sea extirpado, aunque le quedará ciego.
Su pata delantera izquierda peligra, pero por ahora lleva bien la rehabilitación y es probable que no haya que amputarla.... o sí. Si todo va bien, cojeará el resto de su vida, pero seguirá siendo cuadrúpeda.
 Le hace ejercicios de rehabilitación en casa, le deja comer de mi plato y andar... bueno, dar saltitos, por mi territorio como si fuera el suyo. Le hace incluso mimos, a ella, a ese adefesio medio deconstruido. Encima es simpática y sociable, se deja cuidar y curar sin quejas, la fisio y el veterinario están sorprendidos de tanta cordialidad y sumisión en el trato; aprendió pronto a hacer sus necesidades en su cajita y no ensucia nada, incluso se me acerca siempre en plan cariñoso, maulla suavemente y ronronea a la primera caricia... joder, me está empezando a caer bien.
 No es justo. Mi territorio era mi reino, era mío, y ahora lo comparto con un modelo de gato disney necesitado de cariño, que duerme en mi sofá y mordisquea mi atún... mi atún, santo león de Etiopía, han mancillado mi egoísmo.
 No sé adónde va a llegar esto. Se están perdiendo las formas. Quiero maullar.
Ya les seguiré informando.

lunes, 25 de marzo de 2013

Lectura primaveral.




  Llegada ya la primavera y sus lluvias, que contemplo desde la terraza con evidente gozo de no ser un gato callejero, continuo este mes con la correspondiente indicación de un nuevo artículo de mi amo en su blog de chorradas antiguas para friquis de la Historia que se aburren en el trabajo.
 Pero no es de él de quien quiero hablar esta vez, sino de uno de los últimos libros que he releído (sí, releo libros, soy rarito) en estas estas fechas de lluvias perennes en todas las ventanas de mi dominio, que mi amo considera su piso. Pobre iluso.
 Me refiero a "Condenados", un libro del 2011 que fue el primer libro editado en español mediante el método del Crowdfunding, o como se escriba esa palabreja inglesa, que viene a significar obra pagada por las donaciones de la gente interesada en ella.
 Aunque es una forma de producción conocida y usada en el mundo anglosajón, sobre todo para obras musicales y videojuegos, en el mundo hispano es casi desconocida.  Pero el autor, Santi Eximeno, madrileño de larga y reconocida trayectoria en la literatura de terror española, se decidió por ella, y consiguió reunir el dinero necesario para editar la obra sin demasiada dificultad.
  Incluso mi amo aportó algo, aunque en nombre de su mujer. Él dice que como gesto de amor, ya que todos los donantes recibieron un agradecimiento personal en el libro, y a mi amo le hacía ilusión que el nombre de su mujer saliera entre los agradecidos. Aunque yo creo que fue una maquiavélica táctica de mi amo para no ser relacionado con el libro si resultaba ser un desastre intragable. 
 Pero no lo es. Resulta una original historia dentro del archiconocido tema del Juicio Final. En el escenario de un Madrid lleno de resucitados porque ha llegado el último día, que se mueven y actuan como zombis, varios personajes de toda calaña, desde el capullo integral al bíblico Lázaro, vagan perdidos en sí mismos y la situación, en busca de una salida imposible, en un mundo donde todos los relojes se han parado y el cielo sobre sus cabezas se ha abierto para que ángeles vengadores de un dios distante e implacable hagan de las suyas sin piedad.
Me gustaron en la primera lectura los personajes, bien construidos, algo difícil de encontrar en la literatura actual de género. El terrible y desgraciado inmortal Lázaro, por ejemplo, es realmente un personaje inolvidable. Pero en Eximeno era de esperar, pues es un hábil constructor de personajes en su cuentos y un maestro de la pincelada descriptiva en sus microrrelatos, género que cultiva con preferencia y que mima con esmero. 
 Tras la relectura, debo reconocer que también he encontrado muy conseguida la ambientación, que en la primera lectura me resultó poco desarrollada, como un decorado cartón piedra, frío y postizo. Pero ahora veo que viene muy bien a un mundo parado, a punto de sucumbir, donde solo puede reinar la indiferencia divina. 
 En fin, es una pena que no tenga un gato protagonista, porque entonces sería la leche.   
 Además, se puede bajar gratis: AQUI

Les dejo. Mi amo, celoso de que hable de las obras de otros, está abriendo una lata de atún para distraer mi atención... y lo está consiguiendo... huuum.


viernes, 22 de febrero de 2013

Febrero desde la ventana


 Transcurre plácidamente el invierno, al que veo pasar desde la ventana, envuelto en nubes y truenos lejanos, que se diluyen entre sombras de lluvia.
 Es bonito vivir en Galicia si tienes buenas vistas desde la ventana y eres un gato doméstico que no sale al exterior más allá de la terraza; puedes seguir con ojos golosos el vuelo de las palomas sobre un cielo de infinitos grises, y también, con cierto temor, el planear de las gaviotas, esos bichos proclives a brotes psicóticos que, a veces, se posan en la barandilla del balcón y me miran como un leopardo a un cabritillo. Yo, seguro tras el cristal, siempre les hago una peineta y sonrió con felino sarcasmo.
 Mi amo, por llamarlo así, sigue publicando tonterías en otro blog sobre gente sin interés, aparte de mostrar su orgullo por la salida de otro nuevo número de la revista Stilus, y van diez de este proyecto amateur y algo masoquista. Les recomiendo su lectura si les gusta la Historia de los tipos que llevaban falditas.
 Por otra parte, también les recomiendo una visita a un reino curioso, The  Underwater Realm, donde podrán comprobar que con creatividad y ganas se pueden hacer cortos evocadores llenos de misterio. Han hecho cinco hasta ahora y en cada uno sugieren infinidad de historias. A ver si en alguno sacan un gato.
Les dejo, que tengo mucho que mirar desde mi ventana de vagancia, y mucha gaviota atrevida que cabrear. Recuerden en estos días grises, propensos al aburrimiento, que, tal como decía Erasmo, es de tontos reírse de todo, pero más tonto no reírse de nada.

jueves, 24 de enero de 2013

Viendo llover



 El invierno pega fuerte en las ventanas de mi amo. No puedo más que alegrarme de ser un gato doméstico, subido a la estufa de gas, frente a la ventana con vistas privilegiadas del frío exterior. Me siento un dios contemplando las desgracias de los mortales. Normalmente ya me siento más bastante divino y adorado, pero en días como hoy, tan lluviosos, disfruto de la omnipotencia.
Y esto me lleva a pensar sobre la eternidad, pero para un animal como yo, que no pasará seguramente de los 15 años, le queda un poco grande el concepto de lo eterno. Así que me pongo a pensar sobre lo que Platón llamó la imperfección de la eternidad: el tiempo.
 Para algunos, guiados por la filosofía, el tiempo es la sucesión correlativa de pasado, presente y futuro, lo que es más una descripción de diccionario que una explicación. Para otros, más prácticos, el tiempo es lo que marcan los relojes y no hay que darle más vueltas o te vuelves un pedante insoportable; pero para los más inteligentes, o sea, para los gatos como yo, el tiempo es eso que te queda cuando tiras el reloj y dejas de hacerle caso.
Luego están los inclasificables como el tipo que se pavonea de ser mi amo, para quien el tiempo es una cuestión de si llueve o no y si hay que coger el paraguas. Ay, a veces, envidio su sencillez vital, es tan poética...
 Por cierto, mi amo se encuentra más animado, porque pronto publicará con sus amistades friquis un nuevo número de la revista esa, Stilus, dedicada a los tipos que se ponían faldas. Ya les informaré del magno evento.
 Por lo demás, sigue con su interminable novela, cada vez más enrevesada, con guardia civiles galácticos y personajes de utopías planetarias. Me da un poco de miedo tanto experimento.
Ahora mismo está metido en ella. Teclea que teclea con cara de vidente mareado. Yo lo miro desde mi atalaya estufera, como un dios desde las alturas, pero más calentito.
Es grande ser un felino y saber el secreto de la vida.