viernes, 28 de diciembre de 2012

Terra Nova


   

  En estas fechas entrañables para los humanos, mi amo insiste en amargarles la vida con otro de sus personajes secundarios que escribe en el blog Tabula que no importan a nadie. Pero como es mi costumbre, yo lo indico y paso a cosas más importantes.
Ya saben ustedes que soy un gato aficionado a la fantasía y la ciencia ficción, temáticas literarias que están viviendo un boom en los últimos años de crisis de la realidad establecida y angustias por el porvenir, que se anuncia nada halagüeño pese a las sonrisas dentríficas de nuestros ministros en los telediarios. 
 Este boom no es tan pronunciado en España, donde la crisis, mucho más profunda, ha cerrado varios proyectos y editoriales, pero favorece el deseo de riesgo entre editores, por lo que ha salido al alcance de la jauría lectora una nueva antología de ciencia ficción, con visos de perdurabilidad, gran dispendio en la edición y un experimentado equipo detrás, como son Mariano Villarreal y Luis Pestarini: Es la antología Terra Nova
Una muestra de su calidad es la selección de cuentos, escritos por una selección de los mejores autores del panorama internacional (Ted Chiang, Ken Liu, Ian Watson) y del mundo hispano (Victor Conde, Juanfran Jiménez, Lola Robles, Erick J. Mota y Mira de Echeverría). Un lujazo de conjunto que despierta mi instinto de lector depredador. Además, también tiene versión digital descargable.
No fue difícil hipnotizar a mi amo para que comprara el libro, bastó con una miradita de gatito bueno y cariñoso, que se me dan de maravilla. Lo difícil ahora es deshipnotizarlo para que me lo deje leer, porque el muy acaparador no lo suelta ni cuando come esos horribles pasteles llamados polvorones, típicos de estas fechas, y que más de una vez lo han dejado al borde de la muerte; porque tuerce la mirada al libro y entonces se le atraganta el pastel en la boca, tose, escupe como un bombardero y se empieza a poner violeta, a soltar gorgoritos y a girar los ojos que me parto de risa desde mi atalaya sobre la estantería.
Cuando se convulsiona por los suelos, agonizando, ya es lo máximo. Lástima que su mujer aparezca siempre y le salve la vida con unos palmaditas en la espalda.
Pero soy paciente. Ya llegará el momento en que pueda leer la antología.
Mientras, les deseo feliz año.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Juguetes Peludos



Por aquí sigo, como buen gato en otoño, riéndome de mi amo y usándo su cuerpo como colchón durante las frías noches.
 El tipo ha publicado otro de sus personajes secundarios en ese otro blog que tiene compartido con friquis de la historia como él. Les he puesto el enlace por si no tienen mejores cosas que hacer en su navegueo por la red.
 Allá él y sus manías. Yo prefiero seguir filosofando, o sea, amando el sofá. Es un arte elaborado, no crean que es un simple acto de hedonismo. Los gatos somos unos artistas de la pereza que buscamos la perfección en nuestras composiciones. Por desgracia, los humanos solo se fijan y nos dan importancia por nuestros actos más chabacanos, como cazar ratones.  
 Esto viene a cuento porque hace unos días aparecieron ratones en el piso donde vivo con mi amo. Es lo malo de vivir cerca del monte, que te acaba entrando en casa.
 El primero que hizo acto de presencia causó conmoción en todos nosotros. En mí despertó mi instinto cazador, en mi amo un cabreo manifiesto y en su mujer cierto cariño por lo criaturilla roedora. Pero coincidimos todos en  que sobraba. Así que emprendimos la caza, guiados por mis facultades innatas de depredador. El roedor fue pronto localizado por mis sentidos en alerta, oculto dentro de una mesilla. Mi amo, tras darme una caricia y ponerse unos guantes, como si aquel bicho fuera un especimen radioactivo, lo agarró por la cola, lo metió en una bolsa y a continuación lo llevó al monte cercano para ser, oh dioses gatunos, liberado con todos los honores.
 Sí, ya lo sé, no debo señalar nada al tontaina de mi amo. No tiene ni idea básica de la realidad natural. Un ratón nace para ser comido o usarse como juguete, no para ser tratado como un Napoleón derrotado. Si despierta Darwin le parte la cara.
  Dos días después, el segundo ratón que localicé ya no tuvo tanta suerte. No di la voz de alarma a mi amo. Decidí darme el gustazo con él en la más agradable de las intimidades felinas. Fue estupendo. No me lo comí, porque no me gustan las cosas peludas sin denominación de origen, pero nunca me divertí tanto jugando al frontón. He descubierto que un ratón es una pelota perfecta para darle manotazos... pimba, pumba, traca... una gozada. El bichejo quería escapar, pero quedó tan atontado, ya tras el primer golpe, que daba eses y giros sin parar, cual peonza borracha, aumentando mi diversión hasta cotas salvajes. Gracias a su peludo y pelotudo cuerpo, debo reconocer que mi volea ha mejorado una barbaridad.
 Pero el desgraciado de mi amo me descubrió en plena juerga y me quitó el juguete, para tratarlo otra vez como un valiente general merecedor de la libertad en campo abierto. Ver para creer. No me extraña que la Humanidad esté en crisis económica y de valores. No tiene ya sentido natural.
 Si aparece un tercer roedor le ayudo a esconderse a cambio de que me deje de vez en cuando darle unos reveses como la naturaleza demanda. No me queda más remedio que llegar a un acuerdo con un animal inferior y potencial juguete, es lamentable, pero es que necesito mejorar ese golpe.
 Y a mi amo y sus neuras morales... que les den.


  

viernes, 9 de noviembre de 2012

Otoño con brotes verdes




Ya llega esa estación donde las hojas caen de los árboles hechas una piltrafa. Es ley natural y yo, como animal que soy, me gusta ser armonioso con la madre naturaleza. Así que me subo a las amadas estanterías de mi amo y le empujo los libros al suelo, como quien no quiere la cosa, ligero toquecito con las garras extendidas y al abismo con el libro. ¡Hojas, caed!
 Mientras lo hago, miro la cara de asombrosa incomprensión de mi amo. Hay que ser tonto. Si los árboles tienen hojas y les caen por estas fechas, entonces los libros, que están repletos de ellas, deben seguir el mismo destino. La naturaleza no hace distingos, solo la humanidad en su soberbia estupidez ha inventado eso que llaman categorías. Así les va. Yo me limito a ser natural:  es otoño y las hojas deben caer. Todas. Nadie podrá evitar que libere a las impedidas por los desatinos humanos. Se debe cumplir el ciclo del tiempo.
 Mi amo, preso de su ignorancia de los principios naturales, me persigue durante un rato, luego se cansa, se sienta en el sofá y ve con impotencia como me vuelvo a subir a la estantería. 
 Vuelta a empezar. Me gusta mirarle, desafiante, mientras empujo otro libro. No niego que me causa un profundo placer el ser  armonioso con la naturaleza y a la vez cabrear a mi amo. Me llama de todo: Iletrado, analfabestia, hijo de perra (eso me duele), inquisidor, censor y, finalmente, puto gato loco de los cojones.
  Pero se le pasa pronto, porque anda últimamente contento de ánimo. Después de infinitas defunciones en el mundo literario de la fantasía y ciencia-ficción, que tanto le gusta, ha surgido un brote verde. Un nuevo proyecto de antología de calidad que pretende publicar lo mejor del género en el extranjero y aquí mismo. Se llama Terra Nova.
 Mi amo dice que hay gente preparada detrás de la idea y le augura el éxito, lo cual es en su boca una profecía de catástrofe, porque mi amo no es que acierte mucho con los pronósticos. Yo diría más bien que tuerce los destinos a la perdición con solo desearles buena suerte. Es un Shiva destructor.
 Menos mal que estoy yo para devolver la armonía al Cosmos. Ahora me toca tumbar la Historia de Galicia  en treinta pesados tomos de pasta dura como el acero. Son miles de hojas que anhelan un salvador que las libere de su prisión, dejándolas caer sobre el parqué. 
No puedo dejarlas sufrir la claustrofobia de un tomo ilustrado. Otoño las reclama.

Mi amo me mira con el terror brotando de sus ojos. 

 Sí, no niego que me divierte este momento.

martes, 16 de octubre de 2012

Gato vs Gravedad 2





 Otra vez me he caído por la terraza. Es un hecho humillante para mi alma felina. Porque los gatos somos seres que jugamos con la fuerza de la gravedad y sus peligros: no tropezamos ni resbalamos, saltamos distancias inmensas y caemos siempre de pie, normalmente sobre la cabeza de alguien. En mi caso solo se ha cumplido lo de caer de pie.
La culpa es de mi amo y su mujer, que se han encaprichado con una de las palomas que visitan la terraza. Parecen jubilados en el parque, a la espera del tanatorio: venga miguitas para la bonita, pita, pita, pita... y el pajarraco a comer desbocado, que parece un zombi en ayunas, de aquí para allá por la terraza.
 A mí, se pueden imaginar, se me despierta el instinto cazador; evolucionado durante millones de años,  pierdo el sentido, no puedo hacer nada ante su llamada, con los ojos fijos como platos en el ave suculenta y tentadora, solo veo carne palpitante cubierta de plumas; emprendo el acecho con sigilo, me acerco cual pantera de la jungla, entre las piernas de la mujer de mi amo y la silla de playa que se oxida en la terraza, preparo mis músculos, afilo los colmillos con la lengua y ¡zasca! salto como un león sobre el objetivo. El maldito pájaro emprende el vuelo y yo le sigo impulsado por mis patas más allá de la barandilla, al vacío eterno, volare, volare... juguete de la ley gravitatoria durante dos pisos. Jodido Newton.
Acabé en la calle, con el cuerpo un poco mazado, porque caer de pie no impide que me aplaste contra las baldosas con un buen golpe en la mandíbula y el estómago. Encima, aparece de debajo de un coche el gato callejero que vive por los alrededores. Un gato gris Gestapo, un tigre con cara de matón psicópata. Para él debo ser una aparición caída del cielo, pero no parece que le haya despertado el instinto religioso, sino más bien una curiosidad maligna. Dioses de los gatos, socorredme.
 Me pego a la puerta del portal y maullo de desespero porque vengan a buscarme. El gato Gestapo se acerca lentamente, pero sin pausa, noto que disfruta con la posibilidad de ensañarse con un gato pijo de apartamento. Para colmo, en el cristal del portal veo reflejada la sombra de la paloma, sobre el techo de un coche cercano. Debe estar disfrutando, la muy zorra, como un romano en el Coliseo. La mandíbula me chirría de dolor, el estómago me da vueltas como una turbina, quiero despertar de esta pesadilla real...
De pronto, el portal se abre y la mujer de mi amo me recoge del suelo, para cabreo del gato gestapo y decepción de la paloma cruel, que emprende el vuelo en busca de otras víctimas.
 Nunca me he sentido tan feliz de estar en las manos de alguien, lo juro. Empiezo a creer en las apariciones de la Virgen.
¿Y qué hacía mi amo mientras mi valiosa vida peligraba? Seguía leyendo al vizconde de Chateaubriand en su sofá y postando chorradas en ese blog de historia donde suelta cosas de vez en cuando.
Luego no entendió el motivo de que le arañase el brazo cuando quiso darme una caricia... ¡en la mandíbula!


jueves, 20 de septiembre de 2012

Palomas y Chateaubriand


Se acaba el verano, pero sigo tomando el sol en la terraza de la cocina. Pero ya no por pereza, sino por el agradable instinto de caza, que me hace sentir como un cachorrillo. El motivo es que la mujer de mi amo alimenta a palomas que se acercan a la terraza, incluso se posan en la barandilla con total descaro.
Allí esperan, con sus ojos nerviosos y sus cuellos ondulantes, a que les tiren migas que llegan hasta la carretera. Entonces planean hasta el suelo y corretean como ratones detrás de los tesoros arrojados al abismo.
Yo me acerco sigiloso desde el interior de la cocina, felino máximo, salgo a la terraza y me embosco detrás de la maceta de geranios, preparado para el salto mortal hacia las que se posan en la barandilla pidiendo más migas. Pero el salto resulta mucho más mortal para mí que para ellas, debo reconocerlo, porque más de una vez me he dejado llevar por el ansia y casi acabo KO del choque contra la barandilla de metal galvanizado, o me tengo que agarrar con las uñas al duro cemento del borde de la terraza para no caer al suelo desde un segundo piso. Pero asumo el riesgo con nobleza. Soy un gato, ellas palomas, no hay tregua. Ya lo dijo Darwin.
A la mujer de mi amo las emboscadas suicidas le ponen los pelos de punta. Mi amo ni se entera, sigue envuelto en su rollo. Puede acabarse el mundo ahora mismo que seguiría a lo suyo, inmortal, en una burbuja intemporal, que creo que ni Dios se molestaría en romper.
Acaba de publicar otro articulito en el blog Tabula y se ha metido de lleno a leer las "Memorias de Ultratumba" del vizconde de Chateaubriand. Un noble bretón, monárquico, católico y conservador, aunque estupendo escritor y simpático conversador, que sobrevivió a la monarquía, la revolución y a Napoleón, siempre cerca del gobierno o de mujeres, y que al final de su vida ajustó cuentas con todo y con todos en un tocho de más de 1000 páginas vitriólicas.
 Vamos, todo lo contrario al plano de mi amo. Pero es de esa clase de tontos que se sienten fascinados por los opuestos.
Por cierto, a Chateaubriand le gustaba cazar palomas de joven, lo que demuestra una gran inteligencia, aunque para un gato lo más importante del vizconde es que su cocinero inventó un filete enorme, de carne de buey poco hecha, que lleva su nombre y que es una maravilla. Ojalá mi amo se molestara algún día en hacerme un regalo tan suculento. Sería lo único que me apartase unos instantes de mi adicción al atún. Pero le falta la clase y el saber estar que tenía el noble bretón.
Bueno, de nuevo se acercan las palomas a la terraza.  Frágiles, tentadoras, posiblemente deliciosas... El instinto me llama, ¡A la carga! ¡Por Chateaubriand!

viernes, 31 de agosto de 2012

Aniversario





 Bueno, ya ha pasado un año desde que inicié este blog con mis uñas de felino. Han sido meses de comentarios sobre mi amo, yo mismo y el pequeño mundo que es mi territorio, aparte de alguna que otra cosilla.
 Me lo pasado bien escribiendo este blog, quizá mi amo no tanto leyendo lo que ponía, pero me importa un pelo de cola. Voy a seguir con esto, que todavía no estoy aburrido ni se me han gastado las garras, aunque el teclado lo tenga hecho un ecce homo restaurado. Aparte de que me gusta celebrar cosas con champán y este aniversario es un buen motivo. Sí, como lo oyen, no me miren así, los gatos también bebemos champán y otros líquidos espirituosos. Somos seres inteligentes, después de todo. Pero lo hacemos en privado, para no  tener que invitar a humanos gorrones que no respetan nuestra superioridad.
 Desgraciadamente, es un aniversario con nota triste. La editorial Grupo AJEC, una clásica de la fantasía y ciencia-ficción española en la última década, algunos de cuyos libros he comentado en este blog, y que además se atrevió a publicar la novela de mi amo, la queridisíma AJEC, echa el cierre a sus ediciones en papel. Una pésima noticia.
 Continuarán editando en digital, pero abandonan el formato físico de toda la vida, más costoso y parece que en quiebra de seguidores. Muchos lo culparán a la crisis actual; a una mezcla de banqueros chupópteros, subida del IVA cultural, políticos nefastos que hundieron y siguen hundiendo el país, la competencia de las grandes editoriales y el siempre olvidado pecado original, pero yo creo que la novela de mi amo ha sido una de las principales causas de la desaparición de las ediciones impresas de esta editorial.
 Una cosa es ser un editor valiente y otra un kamikaze. Mi amo tiene mal yuyu, mala baraka o como quieran decirlo en su pueblo. No dudo de que quizá escriba remotamente bien, no soy un humano literato, pero es gafe de narices, ya les iré contando sus episodios nacionales. Como lo pienso, lo digo. Aunque me cueste mi dosis diaria de atún. Y de suerte, los gatos sabemos un rato.
Ojalá su tienda digital siga viento en popa. Se lo merecen, pese a publicar a mi amo.

En fin,  feliz aniversario.

martes, 14 de agosto de 2012

Agosto de galletas metálicas



 Sigue el tiempo "estival" en mi territorio. El día soleado se acompaña de varios nubosos o, directamente, mojados de lluvia perezosa. Pero al menos la temperatura es buena y, al ser gato doméstico, solo me mojo cuando salgo a la terraza a cotillear el vecindario.
Mi amo descansa de sus problemas odontológicos y sigue escribiendo en Tabula biografías de gente perdida en la historia que no importa a nadie. Esta vez le ha tocado a un tirano griego. Si es que la idea de tiranía tira mucho, sobre todo a humanos dominados como mi amo, que padecen las de sus teóricas mascotas.
 También ha estado mirando las Olímpiadas de Londres, ya saben, esa lucha por coleccionar tres modelos de galletas de metal (la de huevo vale más) que enfrenta a los humanos cada cuatro años en deportes extraños que nunca nadie ve, excepto en esos días, pero que producen frustración a raudales si, por ejemplo, a una mujer vestida de lentejuelas psicodélicas se le cae una pelotita  en un baile rarísimo o a un fornido varón se le atraganta el agua de una piscina que pretende cruzar como un poseso epiléptico. 
 Cosas de humanos que nunca entenderé, ni pretendo hacerlo, para no perder mi preciado tiempo gatuno. Ser felino te pone por encima de estas mediocridades absurdas de primates, producto de claros fallos en el proceso evolutivo.Si al menos el premio fuese una caja de suculentos atunes... pero es que dar galletas de metal, qué cutre surrealismo.
 Yo aproveché los días de las galletas de metal para navegar un poco en la red, donde me encontré un blog muy interesante, "El rincón de Koriander", que acaba de ponerse en marcha, para informar y comentar sobre la fantasía y la ciencia ficción. Géneros que me apasionan y que en los últimos meses han sufrido muchas defunciones de webs. Espero que tenga futuro y alegre el triste páramo en que nos hemos asentado.
Vaya, está saliendo el sol entre la invasión de nubes plomizas.  Es un milagro y bendición de los cielos en este verano de pega. Así que aprovecho para irme a la terraza y chupar el solete que pueda. 
 Siento dejarles, pero mi egoísmo felino debe ser satisfecho.
Hasta otra.
 

domingo, 29 de julio de 2012

Un libro francamente divertido



 Mi amo sigue con sus delirios odontológicos, más suaves, menos problemáticos, pero igual de molestos. Lo que me permite leer con tranquilidad algún libro, mientras vaga por el pasillo lamentando su triste destino.
 Ha caído en mis garras "Quién necesita a Cleopatra", de Steve Redwood. Y me ha gustado tanto que voy a hablarles de ella.
 Es una hilarante novela sobre dos viajeros en el tiempo en una nave en forma de reloj de arena. Uno de ellos obsesionado con encontrarse en algún momento con Cleopatra. Aunque no depende de él, sino del dueño de la empresa para la que trabaja, que le obliga a llevar como compañero al inútil de su hijo en viajes muy pintorescos; donde buscan encontrar respuestas a preguntas claves de la humanidad, según el punto de vista del empresario financiador, como quién fue la Gioconda, cuál fue la mujer de Caín, el verdadero origen de los mormones o qué pasó cuando mataron a Rasputín.
Al principio, la novela parece una sucesión de episodios más o menos graciosos, bastante sencilla. No parecía que me iba a dejar ningún recuerdo, más allá de su rápida lectura. Pero según avanza la historia, aparecen más tramas, personajes interesantes, explicaciones originales a momentos anteriores que parecían simple relleno y que resultan ser escenas claves, el humor se hace más sutil y  depurado, el argumento más sorprendente... en mi opinión, se vuelve un novelón de entretenimento puro. 
 Porque no aspira más, pero conseguir el entretenimiento del lector, enganchar su atención capítulo a capítulo de surrealistas aventuras temporales, es un objetivo muy complicado y difícil de llevar a cabo por cualquier escritor. Y Steve Redwood lo consigue. No defrauda en el desarrollo de una trama que cada vez se enreda más en sí misma, pero sin liar al lector con rizos innecesarios y que va elevando progresivamente el nivel de la novela hasta un final que, en fin, aparte de mantener el nivel de diversión y originalidad, podría ser el sueño erótico de muchos lectores masculinos. Pero no digo más.
 El estilo de Redwood es sencillo, pero repleto de una ironía puramente británica que lo hacen francamente atractivo; en la mejor línea de los escritores de humor británicos, como el genial Sharpe o el clásico Woodhouse. Aunque en este caso con la dificultad de un ambiente muy diferente y, en teoría, difícil para el humor, como es la ciencia-ficción.
 Sin olvidar a los Monty Python, que me parecen ser la fuente de inspiración detrás de varios diálogos. Fíjense en la pareja de tipos que se encuentran en cada viaje.  Porque  los personajes son otro aliciente de la novela. Bien construidos y adaptados a la trama delirante que les rodea. En especial, el entrañable Bertie. Quizá uno de los protagonistas con mayor mala suerte de la historia de la literatura. Es inolvidable, como su olor corporal.
 ¿Y Cleopatra? Bueno, ¿quién la necesita? 

jueves, 12 de julio de 2012

Odontología Trascendental




 Ha pasado cierto tiempo sin que escriba aquí. Es el verano que me distrae, con sus palomas tentadoras que se posan en la baranda de la terraza, su solete al mediodía pugnando con las nubes eternas de estos lares y los gritos de los turistas que llegan al pueblo y descubren que los partes del tiempo sobre Galicia no son una conspiración mediática.
 También están las quejas de mi amo, que con su problema dental (ya le faltan dos muelas)  me da más de una tarde. Pronto le harán una endodoncia, o como se diga, y otros tratamientos de nombre griego evocadores de terribles tormentos. A ver si mejora algo o la espicha directamente por culpa de su Stalingrado bucal y deja de molestar.
 Su sufrimiento odontológico, macerado de vez en cuando con anti inflamatorios y otras drogas medio duras, le hace de vez en cuando delirar, y como en estado natural ya tiene la imaginación un tanto desbocada, se pueden hacer una idea de los desbarres que se le ocurren empachado de tripis legales. Proclama que gracias a la odontología ha llegado a comprender la esencia del ser y la belleza del no-ser, que no sé que son, pero a los humanos parece que les trae de calle saberlo y hasta han montado guerras por ello.
 Embrigado de semejante certeza y henchido de orgullo filosófico, se pasa mucho rato conmigo en la terraza de la cocina.  Aunque, en vez de dormitar como hago yo, mira el horizonte como si el Apocalipsis se mostrara ante sus ojos. Sin embargo, yo solo veo unas cabras y una vaca con su ternero, propiedad de un vecino. Imagen bucólica a rabiar y carente de cualquier significado más allá del pastoril. Pero bueno, soy un gato. Quizá mi amo vea otras cosas más flipantes o saque conclusiones trascendentales de la visión de varios rumiantes. El dolor odontológico debe estar muy cercano al ontológico, como repite mi amo cual mantra tibetano. Y bueno, quizá tenga razón. Al menos a mí, me suenan parecido.
 Sin embargo, su mujer me aclara que lo que pasa es que se ha vuelto gilipollas.
 Entre tanta meditación y dolor bucal, mi amo escribe poco este verano. Sigue con su eterna novela, paso a paso, párrafo a párrafo, pero  sin devoción manifiesta. También ha subido en el blog Tabula un nuevo artículo de su serie sobre personajes secundarios de la Historia.
En fin, mientras no se olvide de mi atún, le permito cualquier cosa.
 A ver cómo sigue durante el verano.

miércoles, 27 de junio de 2012

Calorcillo terracero





Llega el verano, momento que disfruto de largas siestas en la terraza de la cocina, sin la necesidad de arrimarme a mí amo para conseguir calor. Bueno, él piensa que lo hago por mimo. No lo desengañemos.
  Hay que aprovechar el calorcete diurno, porque no dura mucho por donde vivo. Así que me estiro, bostezo mostrando mis colmillos y alargo mis patas como zancos ganchudos, mientras encojo mis dedos de satisfacción por los rayos de sol que bañan mi cuidado pelaje. En ese momento, soy el señor de la selva, el rey de los gatos, el emperador de los felinos... hasta que me devuelven a la realidad los gemidos de mi amo, el pobre, que tiene una muela del juicio dando un paseo por el interior de su maxilar superior y por ahora no tiene ganas de asomar la cabeza. Es otra cosa mala de los humanos: no están acabados del todo. Su proceso evolutivo tiene fallos de diseño, con dientes que les asoman a lo bestia en plena madurez, como si fueran tiburones.
Una chapuza de la naturaleza, que no es una maestra aplicada como algunos piensan, sino más bien una caprichosa que no acaba de decidirse con cada cosa que hace y las va cambiando al tun tun, como quien baraja cartas mientras mira el telediario. Excepto los felinos. Con ellos se ha esmerado, alcanzando la perfección genética con los gatos. Especialmente conmigo.
Con semejante dolor intracraneal, como dice el muy exagerado de mi amo, no avanza mucho en su novela. Se atasca, divaga sobre los personajes, se queja como un cachorro y se distrae leyendo cualquier cosa que alivie su hipocondria. En su caso, eso no significa las obras de los clásicos, sino fricadas como esta: un tipo se construye un búnker antizombis. Pedazo de intelectual que es mi amo.
En fin, que prefiero el calorcillo del sol mientras dormito en la terraza y miro, de forma indiferente, el vuelo de suculentas pero lejanas palomas.

jueves, 7 de junio de 2012

Trauma Cachorril




Mi amo sigue a lo suyo con el nuevo blog Tabula, poniendo chorraditas sobre romanos, mientras en el resto del tiempo se lo dedica a su mujer, su novela interminable, sus jueguitos de guerras computadas y, finalmente, como si fuera un favor magnánimo, dedica las raspas de su jornada a mí.
 Se pueden imaginar el enfado que eso me causa. Soy un gato. Yo debería ser el centro de su universo y el aliento de su alma. Y me quedo corto. 
 Por eso hoy voy a hablar de mí, porque me lo merezco y estoy necesitado de discurso egotista. Ya comentaré las chorradas de mi amo en otro post.

martes, 22 de mayo de 2012

Venga, otro blog




  El espíritu inquieto de mi amo, por llamarlo de una forma educada, le ha llevado a meterse en otro fregado incomprensible para mi alma gatuna. Ahora le ha dado por hacer un blog de historia antigua con el resto del equipo de la revista Stilus. Le han puesto el estrafalario nombre de "Tabula", que me suena como a tribu africana, y ya han comenzado con las presentaciones empalagosas y de buenas intenciones y bla, bla... en un espanto de buen rollo.
 En principio desean que sea un complemento de la revista y base para nuevos proyectos relacionados con sus secciones. Loables intenciones de emprendedores que no voy a desbaratar, pero mi opinión sincera es que no han leído el cuento de la lechera. Desde luego, espero que les vaya bien y que el ego de mi amo siga alimentándose de vanidades, que no quiero que me falten masajes y arrumacos. Es que deberían legislarse como obligatorios para gatos.

Por otra parte, mi amo anda de nuevo alelado por otra buena crítica a su novelita. La que aparece en el blog "My books, my eyes".  Lo ponen por las nubes y ahí sigue, el pobre, nebuloso perdido.
 Aprovecho estos momentos en que su ego vaga por el espacio estratosférico y no me niega nada para atiborrarme de atún, baños de sol en la terraza y masajes de cuello, que me encantan, sobre todo detrás de las orejas. Incluso si araño para divertirme, con alegre crueldad, se me perdona el gesto.
 Algo bueno debe tener un amo que escribe.

viernes, 4 de mayo de 2012

Otra de júbilo insoportable



El mundo humano que me rodea se hunde en el caos económico, que a este paso pronto será social, pero mi amo sigue a su bola y anda de nuevo exultante, apoteósico y alelúyico. Se le ha pasado la pena en un plis plas, porque su novela ha recibido otra buena crítica en Abandomoviez y no le cabe tanto empalago en el cuerpo. Está insoportable conmigo; venga arrumacos, caricias y besos babosos mientras reparte bendiciones urbi et orbe, como sacerdote de su propio ombligo.
 Dioses gatunos, oid mi súplica y castigadlo sin piedad, que solo pueda escribir poemas de amor a las cabras del monte. Que se vaya tras ellas ladera arriba, declamando versos, y me deje en paz de una vez.  
 Por otra parte, siguiendo su manía de meterse en berenjenales, anda enfrascado en la creación de un blog para la revista Stilus, que tanto adora y mima, pero a su perezosa manera, claro. 
  Junto a los otros miembros del consejo editorial ( rimbombante nombre) está decidido a progresar en este proyecto de revista histórica, proporcionándole un blog donde anunciar artículos, publicar avances y comentar todo lo relacionado con la revista y sus colaboradores. Pronto lo sacarán a la luz y lo publicitarán con bombo y platillos por la red. Qué horror.
 Será un primer paso a mayores logros y desarrollos editoriales, como concursos y publicaciones especiales, me comenta mi amo, con cara de cuento de la lechera. Ya veremos, pienso yo, como gato que soy, y por tanto sin necesidad de soñar con las esperanzas del futuro, como los patéticos humanos.
 Ya veremos... y le pido atún con el maullido habitual, mientras le indico que se apresure enseñando mis garras, que no estoy para cuentos.

miércoles, 18 de abril de 2012

Historia Alternativa


 Mi amo sigue triste por el bosque quemado cerca de casa. Está más difuso de lo habitual, que ya es decir, mascullando en el sillón quejas indescifrables,  mientras se distrae leyendo una recopilación de cuentos ucrónicos. Quizá porque la realidad quemada del paisaje invita a ojear en otros mundos alternativos.
 Lee el libro cuya portada les pongo arriba. Un primer volumen de historias de autores americanos especializados en el género que ellos llaman "What if" y nuestra pedantería latina con el rimbobante palabro de "Ucronía". Una obra publicada por su querida editorial AJEC.   
 Yo ya lo leí antes que mi amo, siempre liado en chorradas que limitan sus lecturas, y puedo decir que es una buena elección. Los cuentos son variados en argumento y tamaño (el último es realmente una novela corta), sin conexión temática más allá de ser ucronías, pero ofreciendo en su corta selección una buena muestra del género.
  Tenemos una primera historia "En las Tierras del Fondo", de H. Turtledove, enseña de los ucronistas americanos, donde nos muestra un mundo sin Mar Mediterráneo, habitado por Sapiens y Neanderthales, donde lo que debería ser fondo marino es un parque natural con visitas guiadas. En una de esas visitas por un mundo descrito al detalle y muy creíble, surge el misterio y una intriga política que arrastra al lector. Se nota que Turtledove se mueve cómodo en el género, desarrollándolo con interés y enganchándolo a la trama principal de una manera magistral, no como un simple escenario.
 El segundo cuento es "El Efecto Ashbazu", de John McDaid. Cuento corto, con una premisa interesante como es que los sumerios descubran la imprenta, pero que no me llega a parecer creíble. La difusión de la imprenta no puede producir una rápida alfabetización de la sociedad. Menos si utiliza el complicado cuneiforme.
El tercero es "0 Uno", de Chris Roberson, donde un funcionario contable de un imperio chino que domina el mundo  se debe enfrentar a una amenaza terrible para su status y el orden cósmico: la invención de la calculadora. Trama ingeniosa y escenario que pide más descripción y detalle, pero que no deja de ser sugerente.
 El cuarto es "Los misteriosos Iowans", de Paul di Philippo, un autor gurú del steampunk y dotado de un peculiar sentido del humor que a mi amo le atrae.  Sin embargo, esta historia no le parece creíble, como una continuación demasiado barroca y cogida por los pelos de la Isla Misteriosa de Verne. Aunque desde luego, totalmente recomendable porque Di Philippo sabe narrar una historia y enganchar al lector más reticente, lo que no es nada fácil.
El último cuento, realmente novela corta, es "El otro lado de la medianoche: Año Drácula 1981", de Kim Newman. Y sí, va de vampiros como da a entender el título. Pero unos vampiros que viven en sociedad con los humanos, aceptados en el sistema y usados por él. Argumento bien llevado y genialmente ambientado en un Hollywood de cine negro, con detective vampira y textos añadidos de guiones de un Orson Welles dispuesto a madurar de una vez haciendo la gran obra que nunca pudo llevar a la pantalla. Pero un mundo como el nuestro, con los mismos personajes históricos, al que solo se le añaden vampiros... ¿es una ucronía? Dejo campar a la duda.

En fin, que mi amo lo siga leyendo. A ver si se le va la tristeza ecológica que lo invade. 
 Yo, a lo mío, a reclamar mi lata de atún con el pertinente arañazo.

lunes, 2 de abril de 2012

El último bosque


No, no exagero. La foto lo demuestra. Vivo a su lado, mi amo ha paseado cientos de veces por él. Me cuenta sus historias y leyendas, tan antiguas como sus troncos. Sé de lo que hablo. Son las Fragas do Eume.
Es (casi era) el último bosque atlántico que queda en Europa.
¿Qué es un bosque atlántico? Pues imaginad una ilustración típica de bosque tolkeniano y os hareis una idea cercana, porque ya no quedan.
Esos bosques europeos que aparecen en documentales y películas son reforestaciones o están tan humanizados que no son realmente bosques: con árboles todos de la misma edad, muy parejos en tamaño, con poca vida natural, que se podan y limpian a menudo. Modelados para picnics y senderistas urbanos.
El bosque verdadero era otra cosa. El bosque que se encontraron los romanos al conquistar el norte de Hispania, que pasearon los celtas y otros pueblos, que asustaron a los omeyas y daban miedo a los monjes medievales, que los creían llenos de almas vagabundas, ese bosque es otra cosa. Te metes cien de metros y te pierdes en otro mundo. También te pierdes literalmente.
Un bosque donde impera el ulular del búho real y el aullido del lobo, el jabalí y el corzo te los encuentras de cara a la menor ocasión y las plantas no las reconoces, porque son únicas, antiguas, desaparecidas hace tiempo. Los troncos son de todos los tamaños, pelean por el sitio y apenas te dejan espacio. No ves a más de diez metros entre tanto tronco y planta. Pero no es una selva tropical. Es otra cosa. El musgo cuelga de los troncos y ramas, hay riachuelos y torrentes cada pocos pasos, la niebla vaga perezosa la mayoría del día. El silencio es enorme, de cementerio, como si nadie, excepto el orgulloso búho monarca, quisiera llamar la atención. Pero sabes que te miran un montón de ojos, porque eres un patoso de otro mundo que pisas haciendo ruido en millones de hojas muertas.

Era un bosque que se salvaba de las quemas periódicas que asolan el monte gallego porque valía más vivo que muerto (turismo rural, viajes organizados). Estaba bien protegido. Los paisanos también se encargaban de ello. Nunca había sufrido un incendio. Quizá hace cientos de años, por culpa de un rayo, vete a saber, pero nadie vivo recuerda un fuego en esa fraga. Hasta ayer.
De sus 9000 hectáreas, 1000 ya van quemadas. Las mejores quizá, las más puras, las más profundas, las más alejadas de los pocos senderos. Se montó a conciencia un fuego intencionado, con cinco focos, bien preparados, en sitios difíciles. El sueño de todo pirómano real, loco pero concienzudo, sin ningún interés nada más que correrse al ver fuego devorando árboles centenarios.
Es difícil luchar contra la locura si se organiza.

En fin, esa zona era así:

http://www.youtube.com/watch?v=vanUjRaIm_c


domingo, 25 de marzo de 2012

Momentos dulces



 Estos últimos días, de sol en la terraza y atún abundante en mi plato, mi amo salta de gozo y alegría. No porque yo me sienta bien y a gusto con la llegada de la primavera, que es por lo que debería sentirse contento exclusivamente, sino por algo mucho más prosaico: en la web "Sitio de ciencia ficción" han publicado una crítica bastante positiva de su novela.  Sí, ese librajo que anuncia aquí, a la derecha.
Tampoco es que sea una crítica totalmente laudatoria, pero mi amo comenta que es bastante buena para el nivel del sitio, siempre exigente y ya una referencia hispana en el género.
 Tal buena noticia lo vuelve un poco más insoportable de lo habitual, cogiéndome para darme arrumacos sin venir a cuento, a veces en plena siesta, el muy salvaje, dándome un susto de muerte al que respondo con el arañazo pertinente.
Por otra parte, la editorial que se ha atrevido a publicarle ha lanzado una campaña de suscripción, para que pueda seguir editando lo que les de la gana, sin fijarse en esa cosa lovecraftiana y dictatorial llamada mercados. Idea romántica en un mundo de editores contables que no puedo más que aplaudirles, pese a que cometan errores de la magnitud de publicar los desbarres de mi amo.

martes, 6 de marzo de 2012

Devotos (y friquis) de la Historia.




  

 Creo que ya lo he comentado, pero a mi amo le pirra la reconstrucción histórica. Ya saben, esa gente que se viste (nunca diga disfrazar o lo devoran vivo) de personaje o habitante de otra época histórica. Normalmente son hombres, que tiran hacia la reconstrucción militar, teñida de cierta vanagloria. Pero te encuentras de todo, desde sacerdotes a artesanos. 
 Para algunos es una noble y divulgativa afición; para otros, muchos, una fricada divertida; para una minoría fanática, es su vida paralela donde gastan su hacienda y recursos. 
 No sé en que categoría meter a mi amo. Pero tiro por la primera con ciertas dosis de la segunda, o eso quiere hacerme creer en sus conversaciones pedantes sobre las túnicas romanas. "Divulgación, divulgación y diversión" los tres pilares fundamentales de la reconstrucción histórica, me comenta con pose de orador. Sí, como ven se repite en un término y realmente solo son dos. Pero es que estudió letras.
 Como buen aficionado, pertenece a una asociación de locos por el mismo tema. En su caso, como ya suponen, es la época romana. La asociación es Hispania Romana, con un foro activo en su web, donde te puedes encontrar, principalmente, legionarios veteranos.
 También le gusta otra asociación de gente que experimenta más con el material,  como los del foro de SGP, especializados en las Guerras Púnicas y su tiempo.
Hay más y de muchas otras épocas, que ya iré citando en otros momentos, no les quiero aburrir con enlaces a gente con túnicas y armaduras, dispuestas a discutir hasta el fin de los tiempos sobre el número de plumas en el yelmo de un centurión o la capacidad de disparo de un mosquete napoleónico cuando hay nubes bajas.
Yo, como soy gato, sé que siempre hemos sido iguales de aspectos y costumbres. Así que soy una reconstrucción histórica fidedigna en todos los detalles.
A ver si aprenden estos humanos.

jueves, 23 de febrero de 2012

Malo tiempos para la crítica



 Se adelanta la primavera. La señal es que hoy cazé uno de los primeros moscones del año, que intentaba atravesar la cristalera de la puerta de la terraza siguiendo su instinto sin neuronas.  De un salto digno de mi especie lo golpeé con mis garras y lo tumbé en el parqué. Luego lo rematé de un mordisco. Si les parece cruel, pues lo siento, soy un gato, mato por diversión,  no tengo sus problemas morales.
  Será el primero de muchos, Se avecina una buena temporada de caza de moscones.
    Pero la buena noticia no parece alegrar el rostro de mi amo. Hoy me lo encontré cabizbajo y más deprimido de lo habitual, sentado en su sofá con cara estreñida. Resulta que una de las web que más sigue, literatura prospectiva, va a cerrar sus puertas. Según él, aficionado como es a géneros raros como la ci-fi, es una de las mejores webs sobre el tema. Desgraciadamente, el equipo que la lleva ya no puede seguir con ella.  La vida obliga a otras cosas, más en estos tiempos de crisis para los humanos. 
 Se pierde un referente, dice, de calidad en reseñas y críticas de libros y también películas. Una guía que en los últimos años le había hecho descubrir viejas y antiguas joyas del género, con análisis interesantes seguidos de comentarios de los lectores (y autores) de igual interés.
 En fin, sic transit gloria mundi, como decían esos humanos con faldas que tanto gustan a mi amo. Pero yo consideró mucho más importante que no desaparezcan los moscones. Porque las web vienen y van en el vacío llamado virtual,  pero insectos como los moscones son difícilmente reemplazables. 
 Hay algunos humanos que se parecen, pero no son lo mismo.

 

martes, 7 de febrero de 2012

Juegos serios como la vida



A mi amo no le avergüenza confesar su afición a los wargames. Ya saben, los juegos de estrategia bélica para friquis históricos, esos tipos raritos que hablan de batallitas olvidadas y que abundan por el mundo más de lo que piensa la gente común.
 Realmente, son como una secta, masculina en su totalidad (lo que me da mucho que pensar), que se reune y comunica en foros y blogs especializados donde se puede desmenuzar la táctica de Aníbal en Cannas hasta límites insospechados en un hilo, mientras en otro se comenta la utilidad de los Panzer Tigre para abrir puertas en las cercas de la campiña francesa, y en un tercero surge una enemistad mortal entre dos generales del mouse, porque en la partida que están echando al "Advanced Tactics Gold" uno ha invadido al otro con sus divisiones blindadas de una forma poco elegante. 
 Y se odiaran mucho, se lo aseguro. Hasta retarse en partidas donde llevarán a la muerte a  miles de fichitas virtuales en campos de gráficos cartográficos, las cuales darán la vida por satisfacer el orgullo de sus líderes.
 Vamos, que al final estos juegos no se diferencian mucho de la historia real de la humanidad. La imitan muy bien.
Por otra parte, hay un apartado en estos foros y blogs que es muy interesante. Son los AAR (after action reports). Resúmenes de partidas entre jugadores o contra un ordenador. En ellos me doy cuenta, desde mi visión gatuna, que hay mucho artista escondido, mucho escritor oculto y mucho genio agazapado que se ha refugiado en estos lugares de friquis soñadores. El amor por el detalle y la historia con que algunos jugadores realizan sus AARs merece una cita en este blog.
Como ejemplo, les enlazo a un AAR, que explica una partida a un juego sobre el siglo XIX. Su calidad artística y divulgativa da verdadero gusto.
Leyendo cosas así, puedo entender mínimamente el gusto de mi amo por estas cosas.

Aunque siempre tendré muy claro que, donde esté una lata de atún, sobran juegos.


sábado, 28 de enero de 2012

Orgullo y Fortalezas




En la web Espada y Brujería han sacado una crítica corta a la novela de mi amo, la primera, escrita por José V. Bau. No la pone mal con frases como "Una novela bien documentada y con reflexiones interesantes que no es demasiado costoso leer..."   Aunque tampoco es que la pongan por la nubes y la consideren una obra de arte. Pero a mi amo le ha bastado para sentirse olímpico y respirar henchido de orgullo y satisfacción, como los monarcas. Es así de simple, el pobre. Esperemos que las próximas lo pongan en su sitio.
 Por otra parte, quizá llevado por la sensación épica que le embarga, se ha puesto a leer un libro curioso pero bellamente ilustrado sobre fortalezas de los siglos XVI-XVIII en su tierra chica. Una pequeña maravilla histórica y bibliográfica, según dice, cuyo título espanta a primera vista por su academicismo y no deja entrever su elaborado interior, repleto de descripciones detalladas, historias de sueños imposibles faltos de presupuesto, planos de fortalezas geométricas; estéticas y a la vez prácticas, adornadas con cañones, baluartes, tenazas y estandartes ondulantes. El orgullo de una época y que hoy están, en su mayoría, arruinadas bajo la maleza, escondiendo entre sus grietas historias de pólvora, mosquetes y fieros desembarcos que el mundo ha olvidado.
En fin, los humanos son así. Tienen la suerte de tener conciencia del paso del tiempo, pero a la mayoría les importa un bledo. Prefieren imitar a los míos y vivir en un continuo presente que, encima, está más lleno de amarguras que de ronroneos. 
 El mundo está lleno de malos imitadores de gatos.
  

lunes, 16 de enero de 2012

Revista Stilus



 Desde hace unos años mi amo participa en la elaboración de una revista de historia antigua, Stilus, centrada en la península ibérica. No deja de ser una afición estúpida como suelen serlo todas las aficiones no remuneradas. Al menos a mi amo no le lleva excesivo tiempo, pues no escribe los artículos, sino que los evalúa y da el visto bueno. Aparte de opinar y participar en el desarrollo del la revista. Pero vamos, que su principal trabajo es ser una especie de censor. Oficio que considero que le produce un vicioso y oscuro placer.
La revista es digital, de descarga gratis total; gesto hippy que loa a sus editores, según algunos, o que mengua su labor y los hunde en el friquismo divulgativo, según otros. Yo, como gato, no opino sobre la revista porque no la leo, ni opino sobre la labor de los editores, porque no la conozco realmente, aunque conociendo a mi amo me puedo hacer una idea de la panda de pirados con proyectos delirantes que pueden ser.
El verdadero creador y amalgama del proyecto es un tal Roberto Pastrana, que mi amo considera un individuo muy válido. Si él lo dice no le voy a criticar su opinión.
 Creo que a ese Roberto le gustan los gatos, lo cual, en teoría, es muestra de sabiduría y saber estar. Pero también le gustan a mi amo y es todo lo contrario a esas virtudes. Aunque quizá sea la excepción a regla. Sí, debe serlo. No se puede querer a los gatos y ser tan gilipollas a menos que se sea una excepción... ¡Maldita sea, me ha tocado la excepción a la regla!
En fin, no hay desgracia que no cure una lata de atún.

miércoles, 4 de enero de 2012

Días de barbudas creencias




Las crías humanas creen que unos hombres barbudos en camellos, disfrazados de adivinos de teletienda, entran en sus casas mientras duermen y les regalan cosas la noche del 5 de enero. Al despertarse, descubren los regalos, normalmente bajo un árbol muy hortera colocado en el salón que, a su vez, conmemora el nacimiento del hijo de un dios el 25 de Diciembre. A ambos, dios e hijo, también los representan como barbudos. Además, ese mismo día 25 los cachorros humanos también creen que un viejo barbudo (y orondo) con pijama de lata de coca-cola les trae regalos mientras duermen.  
 Perdonen la brevedad de la explicación, pero hace tiempo que me limito a describir las costumbres humanas sin buscar entenderlas. Mejor ejemplo no les puedo dar.
 Los humanos mayores no hacen nada por quitarles esas ideas erroneas, incluso las fomentan, hasta que las crías son lo suficiente mayores para percartarse de la gilipollez intrínseca a semejantes creencias. Descubren que los padres son realmente los barbudos que dan regalos. A partir de ese momento, duermen menos y muchos se dejan barba.
 Mi amo, al ser mayor, ya no cree en barbudos que traen regalos. Pero no se ha dejado barba. Tampoco pone un árbol hortera en el salón, quizá porque no tiene crías que se lo demanden. Eso sí, hace regalos y espera que se los hagan. Normalmente, esto último no pasa, y mi amo lamenta los buenos tiempos de su juventud, cuando llegaban por el aire, en trineo o camellos, barbudos disfrazados a darle regalos mientras dormía.
 Y a los gatos nos llaman irracionales.